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MECANISMOS DE REPRESION Y CONTROL CONDUCTUAL QUE UTILIZAN LOS AGRESORES
• La relación de confianza con el niño/a: Más del 80% de los casos de agresión sexual infantil, quien abusa es una persona conocida y de confianza para el niño/a. En virtud de este vínculo, al niño/a le dificulta atribuir malas intenciones a la conducta del abusador/a, quien se aprovecha de esta relación de confianza para alcanzar cercanía física con el niño/a y someterlo a sus oscuros propósitos.
• Extorción emocional hacia el niño/a: El agresor/a, invoca al chantaje emocional para lograr la inmovilización del niño/a. A modo de ejemplo: Si el niño/a presenta conductas de separación del abusador/a, el victimario/a comienza a cuestionar el lazo afectivo que los mantiene unidos, las frases que utiliza son: ¿me dejaste de querer?, ¿claro, yo que te quiero tanto y tú ?. Asimismo, para impedir que el niño/a devele el abuso, apuntan al sufrimiento que le provocaría a su familia, sus padres, el que se enteren. A modo de ejemplo, las frases a utilizar son: “si tú cuentas lo nuestro, tus padres se morirán de la pena”, “sufrirán tanto que te culparan por lo que hiciste”, “no te creerán nada”, “tus padres se separaran por tu culpa”, y en un grado más grave, amenazan con hacerle daño físico a los padres.
• El Secreto y la complicidad que unen al niño/a y agresor/a: Para entender esta complicidad niño/a-abusador, habrá que entender los subterfugios que utiliza el abusador para llegar a la complicidad y el secreto con el niño/a. Lo más frecuente es un proceso de “seducción” previo en el que el agresor/a consigue acercarse a la víctima y ganar su confianza. Durante este proceso no se sexualiza el vínculos y/o formas de relacionarse. El abusador para lograr acercamiento y complicidad con el niño/a le regala diversos objetos, de los que el niño/a obligado por el abusador/a debe guardar silencio. Ejemplo: golosinas o juegos que sus padres prohíben. Asimismo el abusador/a trata de hacerle algún favor al niño/a, como ofrecerse para mentir a los padres para que el niños/a logre algún beneficio, el objetivo del abusador/a es demostrar al niño/a que se ha establecido una relación de complicidad entre ambos. Estos incipientes secretos no provocan alerta en los niños/as, ya que no sienten que se les hace daño. Sin embargo, esta complicidad inicial, inofensiva para el niño/a, es un eficaz instrumento de manipulación del abusador/a, quien instaura la “ley del silencio” en la relación y consigue de esta forma crear fuertes sentimientos de culpa en el niño/a.
• Lograr confusión y desconcierto en el niño/a: El agresor/a suele utilizar modos de comunicación que crean confusión, es decir, apelan a paradojas o mensajes contradictorios que llevan a la niña/o a la confusión. A modo de ejemplo; El abusador suele amenazar al niño/a con contarle a sus padres de las tocaciones, del abuso. Lo que lleva al niño/a al desconcierto y cuestionarse; si las tocaciones “el secreto”, es algo que otros no deben saber, ¿Por qué él (agresor/a) iría a contarles a mis padres?. Este tipo de mensajes incomprensibles, paradójicos, que son recurrentes de utilizar por el abusador/a dejan al niño/a ahogados en el desconcierto, el caos, el no poder comprender la realidad que están viviendo, logrando así el agresor/a inmovilizar al niño/a, anulando así toda su capacidad de reacción.
• La “amenaza” es la herramienta más efectiva del abusador: Quienes abusan amenazan con hacer daño, aplicar violencia, si los niños/as no satisfacen sus deseos y, más aún, si pretenden develar la situación abusiva.
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Con frecuencia el agresor/a forme parte del vínculo de confianza (84,7%) del niño/a, lo que le da una posición afectuosa que lo beneficia, incrementando así el desequilibrio de poder y el grado de desprotección en que se encuentra el niño/a. Este desequilibrio se debe generalmente a relaciones de parentesco, vínculos jerárquicos y de autoridad, que permite que el abusador/a pueda manipular al niño/a mediante la intimidación y/o la coerción física y/o emocional, mediante sobornos, promesas o engaños.
Los niños/as que son agredidos sexualmente por lo general no se resisten al abuso, no utilizan la fuerza física, no gritan pidiendo ayuda y tampoco intentan escapar. Muy por el contrario, disimulan, callan, fingen seguir durmiendo, se cubren con las sábanas o intentan esconderse. Lo que lleva al niño/a, dependiendo de la edad, a pensar que estuvieron de acuerdo o que consintieron las conductas abusivas, porque no protestaron ni pidieron ayuda. Los niños/as no alcanzan a comprenden que no han tenido otra opción que la de someterse dócilmente y mantener el secreto.
Otro fenómeno que puede ocurrir y que se observa preliminarmente como un “no resistir” la agresión sexual, es la experimentación de procesos de shock emocional, paralizando el despliegue de recursos como para resistir la agresión o generar conductas de huida.
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No existen comportamientos que caractericen completa y específicamente al niño, niña o adolescente abusado/a sexualmente, sin embargo, existen conductas orientadoras que deben alertar a los padres, educadores, entorno próximo al niño/a. Estos deben ser siempre evaluados por un especialista. Estos indicadores variarán de acuerdo a la etapa evolutiva del niño/a.
Indicadores Físicos:
•Dificultades para caminar y/o sentarse.
•Rasguños, mordeduras, hematomas en el cuerpo e inflamación en la zona genital.
•Sangre en la vagina o el recto, dolor, picor o inflamación en los genitales.
•Ropa interior rota, manchada con sangre o anormalmente sucia.
•Padecimiento de alguna infección vaginal o infecciones urinarias recurrentes sin causa aparente.
•Pérdida del apetito o cambios en los hábitos de comida.
•Pesadillas, problemas para conciliar el sueño y miedo a la oscuridad.
•Pérdida de control de esfínteres.
Indicadores Conductuales:
•Consumo de drogas y alcohol.
•Conductas auto lesivas o suicidas.
•Hiperactividad.
•Baja en el rendimiento escolar.
•Conductas erotizadas o Sexualizadas.
•Fugas del hogar o la escuela.
•Mentiras y robos.
•Hiperactividad.
•Conductas regresivas (de una edad ya superada), como: orinarse en la cama (enuresis), chuparse el dedo, etc.
Indicadores Emocionales:
•Miedo generalizado.
•Mostrar una agresividad poco común.
•Culpa y vergüenza.
•Aislamiento.
•Llanto fácil.
•Ansiedad.
•Depresión, baja autoestima y sentimientos de estigmatización.
•Rechazo al propio cuerpo.
•Síndrome de stress postraumático.
•Sentimiento de miedo a una persona específica o a ser dejado en algún lugar.
Indicadores Sociales:
•Déficit en habilidades sociales.
•Conductas antisociales.
•Desconfianza con el entorno
•Aislamiento social y retraimiento
•Relaciones interpersonales problemáticas y conflictivas
Indicadores Sexuales:
•Conocimiento sexual precoz o inapropiado para la edad.
•Masturbación compulsiva.
•Exhibicionismo.
•Utilización del tema sexual en dibujos y juegos, y repetir la conducta abusiva en niños/as o adultos.
- Barudy Jorge, Neuropsiquiatra, "El dolor invisible de la infancia". Paidos 1989.
- Barudy Jorge, Maltrato Infantil, ecología social, prevención y reparación. Galdoc año 1999.
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