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Hijos Adolescentes

La llegada de los hijos a la adolescencia, puede llegar a ser un periodo perturbador para la vida familiar, comparativamente con otras etapas del ciclo de vida familiar, ésta se considera la más difícil, por las dificultades que experimenta el adolescente y sus padres en la convivencia diaria.

El adolescente cuestiona normas, reglas y todo lo que diga relación al sistema familiar y por ende a sus padres, proceso normal y natural, ya que la rebelión es a menudo una medida de presión necesaria para vencer los lazos que unen al adolescente y sus progenitores, más que su hostilidad frente a ellos. La reorganización de las relaciones con los progenitores constituye uno de los acontecimientos que marcan la adolescencia, donde padres e hijos se sientan a dialogar, con la voluntad de llegar a acuerdos y mejorar la dinámica familiar, cosa que es casi imposible en un sistema familiar con hijos/as adolescentes.

El adolescente debe convencer no sólo a sus padres, sino también a sí mismo, de que no tiene necesidad de ellos, de que él mismo y sus padres son diferentes, que ya no existe el lazo de dependencia que existía en la infancia.  En la evolución de las relaciones paterno-filiales intervienen los distintos aspectos del proceso de la adolescencia, transformación que apuntan a aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Cambios a veces que se manifiesta en las relaciones con el sistema familiar, rechazando la imagen del niño/a sometido ante la autoridad paterna, sin embargo, el adolescente puede tener mucha necesidad de independizarse de sus progenitores, pero no desea destruirlos como modelos, la estima que tiene de sí mismo está estrictamente ligada a la que tiene de ellos.

En esta etapa el adolescente debe superar la imagen de los padres todopoderosos y perfectos que tenía en su infancia, en este proceso de búsqueda, a menudo no tiene claro lo que desea, pero si sabe que no quiere ser copia de la imagen de sus progenitores, aunque siempre tiene necesidad de un padre con el que pueda identificarse y que le servirá de modelo para su vida adulta, y de una madre en la que busca afecto y admiración.

La insubordinación y la desobediencia son parte del proceso que vivencia el adolescente al momento de enfrentar su propia autonomía e identidad. En cambio para los padres es difícil y doloroso aceptar este nuevo estilo de relación, el control sobre la conducta del hijo es cada vez menor, y erróneamente se trata de imponer el autoritarismo haciéndose el sistema familiar cada vez más rígido, logrando con esto, deteriorar la relación y la autonomía del adolescente, difícil paradoja la que debe enfrentar el adolescente, por un lado, debe romper con sus padres para descubrir su propia identidad de adulto, pero, por otro lado, no puede encontrar los fundamentos de su identidad más que a través de su historia familiar, que conoce a través de sus padres.

En este proceso suele darse que los adolescentes mientras más se esfuerzan por definirse o validarse, se encuentran muchas veces con un sistema familiar que los descalifica. Los padres, de este modo, mantienen la autoridad mediante la critica y el rechazo del comportamiento de los hijos/as, muchas veces, el conflicto entre quien descalifica (padres) y quien se empeña en ser validado (adolescente), pareciera perpetuarse por rigidez del sistema familiar (padres), que pretende comunicar al hijo –que así cómo va, no está bien- y que será validado sólo hasta que cambie, al no ceder ninguno en sus posiciones, inmortalizan el conflicto.

Nadie nos enseña a ser padres, pero siempre es posible hacerlo mejor, la familia que permanece unida, donde prevalece un clima de respeto, flexibilidad, acuerdo entre los progenitores, una relación de pareja sólida, fuerte y dinámica, y por sobre todo confianza y amor entre sus miembros, es capaz de crecer y cambiar positivamente a medida que los hijos crecen.