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Porque mi hijo tiene conductas violentas?

La conducta violenta comienza a manifestarse a temprana edad, con episodios que muchas veces pasan inadvertidos para padres y educadores. Pataletas, arrebatos de ira, irritabilidad e impulsividad extrema, frustración fácil, agresiones hacia animales domésticos, peleas que comienzan como un juego y terminar con agresiones físicas, amenazas o intentos de herir a otros, aceptar la violencia como un modo de resolver problemas, imitar la conducta violenta que se observa en la TV, identificándose con personajes agresivos, son algunos de los primeros indicadores a los cuales debemos estar alertas como padres.

La violencia es una conducta orientada al sometimiento de una persona o la defensa de la propia integridad, lo anterior como primera o segunda opción a partir del agotamiento de otros mecanismos de comunicación más adaptativos. Por tanto, la violencia es entendida como la posibilidad de recibir daño o de ejercerlo. La violencia no está determinada biológicamente, está motivada principalmente por las influencias del medio, por tanto, los padres deben poner atención a cómo el ambiente que rodea al niño/a o adolescente puede estar favoreciendo estos comportamientos.

El entorno familiar puede ser la esfera principal en el aprendizaje del proceder violento, por ser el más cercano al niño/a y el que mayor influencia produce en él. Cuando la familia intenta solucionar los problemas con violencia, los niños/as y adolescentes fácilmente relacionan la fuerza violenta con el logro de un objetivo, convencer y controlar a otros por esta vía. Y si además, los padres responden con agresividad a las conductas violenta de los hijos/as se va formando una conducta en escalada que va creciendo y reforzando el comportamiento violento en ambos, lo cual puede salirse posteriormente de control.

Otros factores de riesgo que favorecen la conducta violenta, es la falta de coherencia en la educación de los hijos/as, por ejemplo, que una conducta violenta sea sancionado una vez y otra no, que se castigue una agresión con otra agresión, que sea uno de los padres quien castiga y el otro no, desautorización o descalificación entre los padres a la hora de poner limites y normas frente a los hijos/as, padres poco exigentes como aquellos muy autoritarios y carencias afectivas, entre otras, son factores de riesgo a tener en cuenta por los padres a la hora de educar.

  • PADRES, controlar estas conductas requiere de mucha paciencia, tiempo y tenacidad, para lo cual es favorable reducir el contacto con modelos agresivos, muéstreles a sus hijos/as que hay otras vías para solucionar los conflictos, como la reflexión y el diálogo. Enséñeles a sus hijos a expresar sus emociones de forma adecuada, para que no se sientan reprimidos, ni censurar, es decir, es válido sentir rabia, pero ello no es disculpa para descargarse golpeando al hermano, insultar a los padres o romper objetos. Mantenga una actitud positiva y ponga más atención en los progresos de sus hijos/as que en sus faltas.