No es habitual que los niños develen el abuso sexual a que están sometidos, y muchas veces pasan años antes de que puedan romper el silencio. Esto se explica porque se da en un largo lapso de tiempo, y además, porque el niño mantiene por lo general un vínculo afectivo con el abusador. Por otra parte, el niño puede generar como mecanismo de defensa la renegación, la disociación de la realidad, sin mencionar la existencia del obstructor.
El criterio más importante para configurar una sospecha de abuso sexual infantil, es el que devela el niño/a, es decir, el relato parcial o total entregado por la victima a un tercero. Por lo general, los niños/as no reportan abusos sexuales cuando estos no existen. Sin embargo, el relato espontáneo, se presenta de modo muy poco habitual. Por tanto, la única posibilidad de detección de una posible agresión sexual, es estar atentos a las señales o manifestaciones conductuales y psicológicas que puedan presentar los niños/as y que, tiene menor especificidad respecto de algún tipo de agresión sexual y que, varían según la etapa evolutivo del niño/a.