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El amor es donación, protección, comunicación, compartir la vida con el ser amado, respetando las diferencias y preferencias, como también la integridad física, moral y espiritual de la persona amada. La violencia es un fenómeno sobre el cual subyacen intensas vivencias en quienes las sufren, forma parte de las experiencias cotidianas y la  mayoría de las veces es una presencia invisible que acompaña gran parte de las interacciones cotidianas.

 No siempre resulta fácil de definir o reconocer. Podría definirse como el uso premeditado de la fuerza para controlar o manipular al ser amado, que por cierto ya no seria “amado” si se considera lo planteado en el párrafo anterior. La violencia afecta, por lo menos, a dos protagonistas, el que la padece y el que la genera. Sin embargo, en toda situación de violencia existe una onda expansiva, desadaptativa que complejiza las situaciones y que nos permite hablar de un tercer afectado. Ese tercer afectado es él o los que observan y vive los hechos violentos, quien o quienes lo sufren indirectamente sin poder hacer nada para evitar que esto se produzcan.  Y estos son los niños, testigos mudos y pasivos de los actos de violencia intrafamiliar, socavando su inocencia y alterando su proceso de desarrollo psico-emocional normal.

En algunos casos, aunque en menor porcentaje, la violencia intra familiar no es necesariamente el hombre quien agrede a la mujer, también puede tratarse de violencia cruzada, es decir, donde no es una persona quien abusa unilateralmente del otro, sino que los poderes van alternando. Pero, generalmente, son las mujeres quienes principalmente padecen los actos de violencia, se culpabilizan y sienten que merecen ser castigadas, por no asumir adecuadamente su papel de madre y esposa. Es por eso que intentan adaptarse a los requerimientos y exigencias de su cónyuge, para ser aceptadas y no maltratadas, asumiendo un papel de subordinación con las falsas expectativas de que si ella se comporta bien no dará lugar a que ser maltratada.

En este sentido, el hombre violento también es dependiente de su esposa. Su baja autoestima le lleva a controlar todo lo que ella hace, pues se siente inseguro de ser amado y aceptado. De ahí que utilice todas las técnicas de abuso y sometimiento emocional para socavar la autoconfianza y la autoestima de la mujer, haciéndole creer que no puede ser autovalente y que es una inútil.

Al abordar temas como las causas, efectos, características de la victima y el agresor, así como también el círculo de la violencia, y se aborden además, las historias familiares de los implicados en hechos de violencia, el estereotipo femenino de la tolerancia, la pasividad y la sumisión, complementario del perfil masculino de la independencia y el dominio, estaremos en condiciones de comprender y contextualizar mejor el fenómeno de la violencia intrafamiliar.

Es esencial intervenir desde las instituciones y organismos sociales, de origen privado o público, la educación escolar y desde el mismo entorno familiar para frenar este drama, que perturba a nuestra sociedad.

 

Jessica Flores 

Terapeuta Familiar