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Los recién casados, enfrentan una etapa muy crucial en sus vidas, donde tienen que aprender a ser pareja, logrando una identidad como matrimonio y sin perder la individualidad y la independencia emocional. Lo anterior permitiéndoles generar y compartir un proyecto común, que implica donación, unión, confianza, solidaridad y ayuda mutua y por sobre todo formar familia.

Los más importante en esta etapa es el desarrollo de la intimidad, puesto que el paso de la etapa del compromiso a la convivencia lleva a la pareja a mostrarse más abiertamente, expresando los miedos, temores, debilidades y ansiedad, ver al otro en su totalidad con sus aspectos positivos y negativos, dejando atrás la idealización y la exigencia de que el otro llene todas las expectativas.

La intimidad exige ser coherente con lo que cada uno comunica, siendo necesaria la habilidad de contactarse con lo que se está sintiendo al interior de sí mismo, separando lo que es de uno y lo que es del otro, es decir, considerar a la pareja como un otro diferente. Esto constituye la base para el crecimiento de la pareja, una comunicación libre y congruente, descubrirse mutuamente, vivenciando que continuamente se esta cambiando debido a la experiencia de estar juntos. Por tanto, la intimidad es ponerse en el lugar del otro, comprender el sentir, actuar y pensar en función de nuestra pareja en determinado momento, de esta forma el conocimiento del otro se va construyendo sobre realidades, lo que permite el desarrollo de un crecimiento verdadero.

Generalmente la experiencia de convivir es diferente a la fantasía proyectada. Se cree a menudo que después del matrimonio se terminarán los conflictos y preocupaciones anteriores. Sin embargo, la vida de una pareja que comienza se enfrenta a una serie de desafíos y ajustes no siempre fáciles, que requieren de mucha paciencia, asertividad y tolerancia.

Los conflictos a los que se enfrentan los nuevos cónyuges los primeros meses, pasa con frecuencia por poner límites sanos con las familias de origen de ambos, para permitir puedan comprometerse el uno con el otro para ir conformando esta nueva identidad de pareja. Otro factor asociado a algunos conflictos es el tiempo de la pareja que, no sólo compite con el trabajo, sino también con los amigos personales e incluso amigos en común. Por tanto es importante la distribución del tiempo que se dedica a la pareja, para no resentir la relación. Además, las tareas hogareñas y el dinero son un factor decidor en las primeras crisis de la relación. Con frecuencia se da que ambos cónyuges trabajan, y no hay acuerdos en el gasto, los ahorros y cuanto se aporta al hogar.

Cada pareja es un mundo, y cualquiera sea la realidad que ella vive, debe considerar, que uno de los aspectos más importantes en esta etapa, es el logro de la intimidad, que irá fortaleciendo y madurando la relación en la medida que la pareja sea capaz de establecer las bases para su desarrollo durante este período. Todo ello es factible en la medida que existe entrega, donación y respeto por el otro, es decir, compartir la intimidad, los deseos, las necesidades, las incertidumbres, las ansiedades, las alegrías y las esperanzas.

La relación de pareja es una construcción mutua, los esfuerzos compartidos son los que dan fruto y generan una relación con proyección en el tiempo, satisfaciendo a los miembros de la pareja. Por tanto, entregarse y recibir al otro en un acto de amor, recibirlo no para cambiarlo sino para socorrerlo, ayudarlo, amarlo. Por último no olvidar que, LA PAREJA PERFECTA O IDEAL NO EXISTE, SE CONSTRUYE.