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Es importante el conocimiento y la información entregada por los primeros educadores “PADRES”, pero por si sola no es suficiente. Es trascendental que desde la infancia se puedan adquirir y fortalecer una serie de destrezas, competencias o habilidades que le permita a los niños/as poder defenderse efectivamente de situaciones de abuso sexual y no sexual. Estas habilidades se aprenden y pueden ser entrenadas en procesos de aprendizaje estructurado, no se adquieren por el solo hecho de que se le dé al niño/a una instrucción verbal imperativa (cuídate, detente, tienes que saber cuidarte) un error decirles que se cuiden sin habilitarles para ellos, sin enseñarles que hacer y cómo hacerlo. Esto requiere sesiones de entrenamiento que impliquen una explicación de la habilidad a enseñar un modelamiento, ejercicios de práctica, retroalimentación y tareas.

El desarrollo de algunos de los valores básicos relacionados con la prevención del abuso sexual infantil, es un proceso continuo, permanente en la educación en valores que debe estar a su vez enmarcado en el contexto de una educación sexual integral insertada en el currículo escolar y en la misión de la familia. Los elementos claves a desarrollar son los siguientes:

 

Valorar el cuerpo, comprender las emociones y las vivencias corporales como buenas, valiosas e importantes.


Aprender la importancia del respeto por el otro y valorar la posibilidad de convivencia social sin necesidad de instrumentalizar al otro, de usar a los demás para nuestro beneficio, incluso a costa de su malestar.


Respetar la decisión personal del otro: para conseguir lo que necesitamos de los otros. Podemos obtener de los demás pero teniendo en cuenta su consentimiento.  


Promover el concepto autonomía y consentimiento: abrazar, besar, sentir, intercambiar afecto y placer en el contexto del respeto por la autonomía y el consentimiento.