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Tipos De Familias, que se Clasifican por la Distancia Emocional entre sus Miembros: 

El tema de la “distancia emocional entre los miembros”, se derivan demasiadas cosas importantes para no dejar de tratarlo, ya que cuando entre los miembros del sistema familiar se levantan barreras sutiles, la dispersión interna y la incoherencia del núcleo básico de la familia es un hecho evidente. Tales barreras pueden ser removidas con las técnicas adecuadas, ya que no siempre resulta fácil en cuanto que los miembros del sistema oponen resistencias no fácilmente salvables. Es conveniente ampliar algunas características en cuanto que cada uno de estos tipos origina modos de comportamiento que es necesario tener en cuenta:

 

Familia Distante:  Disgregadas, incompatibles. Da lugar a una verdadera y llamativa disgregación en cuanto que sus miembros no tienden a unificar esfuerzos, unir intereses y potenciar capacidades latentes. Las conductas, por otra parte, se hacen incompatibles, cayendo en una verdadera, aunque disimulada, competitividad que lejos de resultar eficiente y útil se transforma en un factor de mayor dispersión y autodestructividad. En estas familias se rompe los mecanismos de funcionamiento interno coherente y con el intento y deseo de destruir tabúes y mitos familiares, quedan perjudicadas otras muchas cosas esenciales para el progreso y estabilidad. Se les denomina “familia-hotel”, ya que todos saben que tienen un lugar físico para vivir, pero en la que los ligámenes primarios y profundos quedan desdibujados y casi inoperantes. La convivencia familiar y sus reglas mínimas quedan totalmente anuladas. La nota de incompatibilidad se refuerza, desde el mismo momento en que la comunicación no existen en los niveles mínimos que aseguren que puede darse un conocimiento del otro, para hacer viable la comprensión que ponga las bases de un entendimiento mutuo. Tal lejanía los va convirtiendo en seres incompatibles, no porque no tengan capacidad, sino porque el ejercicio de tal entendimiento queda absolutamente eliminado. Cada miembro va estructurando sus propios modos de enfocar la realidad. Una realidad que hace que se permanezca junto, aunque no unidos

  

Familia Simétrica:  Simbólica, Homeostática, unidireccional, con comunicación de “dirección interna”. Acentúa lo simbiótico que amenaza la independencia de los hijos y anula cualquier intento de autonomía en los miembros que se ven atrapados en el proceso simbiótico. Lo simétrico y simbiótico adopta aquí la forma inevitable de quienes se ven presionados para hacer cuantos sea posible –aún a costa de muchas pérdidas profundas- por “sobrellevar los sentimientos de aislamiento, invalidez y soledad”. Intentan reforzar lo “igual” para mantener un equilibrio que de la impresión externa de que todo está en orden y de que cualquier peligro está perfectamente controlado. Existen una preponderancia práctica concretada en un objeto o valor primordial que se intenta inculcar en todos los miembros por igual. A ello se une la presencia de un único y central valor familiar (el dinero, la fama, el consumo, la inteligencia, el éxito, la salud, lo religioso, lo político, el comer bien… etc.) y a él se supedita todo, caiga quien caiga. La familia “simétrica” rompe la posibilidad de crear nuevos esquemas y en ella la fantasía queda aferrada. Los hijos aquí, más que amados, son criados, el ascender es la última meta.

  

Familia Complementaria:  Modelos complementarios, con sistema de comunicación abierta. Es la que mantiene niveles de comunicación y cercanía en los que se aúnan lo que es común y participado entre todos y lo que constituye el núcleo básico y central de la propia individualidad. Lo participado, el denominado “lugar común de encuentro”, hace viable una interacción rica y continua, al tiempo que lo peculiar de cada miembro queda asegurado, sin que se presente la amenaza del peligro de perder la propia identidad. La distancia emocional es la adecuada para que cada uno se sienta “si mismo”, a la vez que todos encuentran una posibilidad de enriquecimiento por lo que le aporta la presencia vivificada de los otros. Este modo de actuar es el más positivo y el que de una manera especial constituye un modelo positivo a cuya construcción ha de tenderse en el trabajo de orientación o terapia.

 

 

 

 

  • José A. Ríos G. “Manual de Orientación y Terapia Familiar”.