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Sexualidad y Estrés

Influido por el movimiento cultural posmoderno propio de estos tiempos, se impone un estilo de vida acelerado, estresante por sus sucesivas exigencias, viviéndose una suerte de liberación sexual, la que invita a conocer las bondades del goce sexual, como un desafío que asumir, pero esta tentadora oferta no esta exenta de problemas, en cuanto involucra menor responsabilidad, escasa intimidad, compromiso y donación que son necesarios para el establecimiento de una relación amorosa, estable.

El tipo predominante de desórdenes de la sexualidad son los cuadros reactivos a entornos estresantes. Por una parte esta el hombre en búsqueda de nuevas formas de disfrutar su sexualidad, más fáciles o más creativas, de acceder a la satisfacción, entregándose a la ilusión del goce sin límites y la eterna juventud.

Por otra, esta el hombre que se encuentra desorientado ante el vació que le deja la ruptura con sus tradiciones y herencias culturales, y se ve sobrepasado a las exigencias del nuevo modelo sexual posmoderno. Produciendo en el individuo llenar la falta (que moviliza a desear) a través de los productos y servicios que se venden en el mercado, es decir, la publicidad patrocina la idea que, a través de objetos-cosas, el ser humano se completaría.

La vida estresante que impera en la cultura actual, trae como consecuencia en hombres y mujeres dificultades para obtener una adecuada respuesta sexual. Así mismo, una situación sexual puede convertirse o ser evaluada como estresante por múltiples razones, entre ellas, el temor al fracaso, conflictos de pareja, ansiedad, incapacidad para disfrutar de las sensaciones eróticas, o bien, una preocupación obsesiva por lograr un rendimiento sexual adecuado o satisfactorio. Por lo tanto, nos encontramos que, tanto el estrés puede producir disfunciones sexuales y, a su vez las disfunciones sexuales general estrés, produciendo un circulo vicioso, del cual muchas veces las parejas no logran escapar.

Otro estresor a la hora de practicar el sexo, es la ansiedad producida por el estrés, la que inhibe la excitación y la ejecución sexual, por otra parte la escasa actividad sexual puede ser producida por el estrés, motivo que a su vez, también genera estrés. Las personas que mantienen una baja frecuencia en sus relaciones sexuales, se vuelcan al trabajo y otras múltiples actividades para olvidar sus frustraciones. Es una válvula de escape que sólo empeora la vida de pareja, pues la vida sexual se resiente más aún, lo que a su vez genera más frustración. (Rojas 2007).

La sexualidad, una de las más ricas vías de acceso a la intimidad con el otro y de desarrollo afectivo, se torna obligatoriamente una vía de escape, que no puede ser integrado a un proyecto vital por estar desprovista de significación afectivo. Pierde así su vínculo con la intimidad y su gran valor como agente desestresor, quedando reducida a una función evacuativa, que finalmente pierde atractivo o se torna adictiva, útil al sistema de consumo imperante.

 

* Cultura y Sociedad, Ps, E.Zoldan, C.Borquez, A.Cruzat y V.Pupkin